
Una
tarde aromática de abeto y bayas silvestres, parado desde el mirador de mi
morada, veía deleitado arboledas araguaney de oro y violeta, frondas
similares a estación otoño; apreciaba distantes bosques matizados de hojas
escarlata, frescor del céfiro almizclado de flores, paisajes con visos
madrigales inspiró abrigados sentimientos y decidí buscar desde las ventanas
mágicas del ordenador imágenes de neviscas, arbolitos de época decembrina.
Regocijo inspiró, sentí dibujar una sencilla estampa, pero hermosa postal para
mí página de poesía y obsequiar a mis amistades un presente de navidad.
Observé lugares, todos maravillosos, produciendo gran
deleite, no quería suntuosidad, sólo algo admirable, sencillo pensaba; tal como
debe ser la navidad con su recogimiento en solícita fecha, mostrar humildad y
el amor por los semejantes. Había pasado muchas horas en la búsqueda, hice el
último intento merodeando por Finlandia.
El inmediato escudriñar mostró paisajes níveos y
arboledas cubiertas de nevisca, al momento de entrar un título de una imagen
resaltaba con fulgentes colores nacáreos y hojarascas ataviados de candor
nevado, quedé deleitado con el portal de Laponia finlandesa, imaginé nogales
adornado con inquietas ardillas comiendo nueces; la curiosidad de compenetrar
con aquel portal de maravillosas fotos con niños y adultos retozando en la
nieve y haciendo peticiones a Papá Noel como es la costumbre en lugares
Europeos y sin olvidar como le nombran en otras comarcas remotas, Santa Claus,
San Nicolás y el niño Jesús en algunas zonas de Sudamérica.
Atraído por las maravillosas postales, me detuve en el libro de visitas y escribir un comentario por tan magnífico portal. De inmediato diviso numerosas niñas, jovencitos y adultos escribiendo peticiones al mágico ser de los obsequios navideños. Medité la distancia entre ser adulto y tener corazón de niño y lo que grandes pierden, sentimos emoción mágica consagrada a la navidad; los intercambios y obsequios avivan reminiscencias. Comencé a leer las peticiones y a medida que observaba, mis lágrimas humedecían mi rostro, reviví mis días de párvulo y de mucha inocencia.

Exaltada mi alma por la lectura de peticiones,
entusiasmado observé adultos pensando como niños y haciendo peticiones de
infinitos anhelos, percibía el sentimiento hacia el señor de los regalos,
eternizando en los corazones.
Adentrando vislumbré el portal en diferentes años,
sólo había petitorios, no leía que alguien respondiera con esmero, papá Noel se
había adormilado. ¡Un portal atrayente para entretener con el actor adjudicado
de todos los tiempos! de imaginar aquello no podía creerlo. Niños y adultos de
muchas partes del mundo cifrando sus peticiones, por la forma de escribir y
pedir, sentía que muchos entrañaban cosas inalcanzables, un yate para su papá,
otros un automóvil para su mamá, disímiles denotaban buena posición social, no
pedían un ordenador, ni una colección de cuentos, pedían a papá Noel estar
presente en la intervención quirúrgica estética de su mamá para que quedará más
bella; pedidos suntuosas como ir toda la familia de viaje por las riberas mayas
o lugares el cual se requiere bastante dinerito, donde al saber lo difícil que
es viajar, imaginé eran niños sin dificultades económicas.
Aquella tarde de septiembre quedé pensativo, no
sentí desánimo por tantos niños que aprecian la navidad sólo por los obsequios,
lo mágico místico claramente es pedir, sin servir.
Seguí escudriñando y a medida que leía mi alma
resquebrajó, fue cuando muchos otros niños con ilusiones y amor en su corazón
me hizo palidecer y mis lágrimas bajando como si fuese yo el niño que nunca
recibió nada en la navidad. Manuel un niño salvadoreño de once años, con
sencillez y humildad escribía su petición. Papá Noel, como ya sabes, mis padres
han fallecido, aunque papá fue de algo natural hace dos años; no guardo rencor
contra los hombres malos del barrio que le quitaron la vida a mi mamá para
robarle la navidad pasada, por ahora estoy con mi tía Mirna; sabes papá Noel,
he pedido al señor de alquiler de computadores me permita enviar esta cartica a
alguien importante y luego cuando haya vendido el periódico vespertino le
pagaré, te lo digo Papá Noel porque quisiera me dieras tu bendición y así
vender los periódicos y con los ahorros hacer una pequeña cena de navidad con
mi tía Mirna y mis tíos, ellos no creen en ti, pero te pido hagas algo lindo para
que ellos vuelvan a tener sentimientos de navidad y hagas un milagro de que mi
tío Jacinto no tome más licor, sé que te he pedido muchas cosas, pero si
puedes, para mí un violín, sueño tocar violín y creo será fácil aprender.
Espero perdones tanto pedirte, pero solo tú puedes socorrer. Bendíceme y espero
me recuerdes. No dejaré de creer en ti, eres el mejor amigo de todos los niños
del mundo, te escribe Manuel Vicencio.
Mis
lágrimas habían sido tantas que perdieron la sal, aquel mensaje paralizó mi ser
espiritual, puse mis manos en mi cara y no llegara mi esposa y llorando me encontrara
por aquella historia que no era mía, sin embargo, ella al verme hipando brindó
consuelo. Con mis ojos cerrados y con tan fuerte nostalgia por los niños
desamparados del mundo tuve un pequeño sueño que era Santa Claus o como muchos
le llaman Papá Noel. Me vi leyendo cartas y con la indumentaria de Papá
Noel.
Luego del apoyo vivificante de Helena mi esposa, llené de
valor mi ser y sin pensar que pasaría, o si aceptaran mi respuesta como papá
Noel, de inmediato decidí responderle a Manuel. Jojojojojojo, Hooola mi querido
Manuel cumplidos para ti, eres un jovencito lleno de mucho amor, recibe mi
bendición para que ahorres para tu cena de navidad, y habrá deleite en tus
navidades, nuestro padre celestial bendice a todos sus hijos, él lo sabe todo y
tú solo mantén tu fe, con amor papá Noel. Seguí leyendo mensajes. Dos gemelas
pedían para los niños del mundo; Papá Noel, Amelia y yo Andrea te saludamos,
deseamos para este año lo que nos vayas a traer, queremos que lo des en secreto
a otros niños, en especial a las niñas Carol y Beatriz, sus padres están sin
trabajo, te pedimos que les des salud, mucho amor y un trabajo para su papá
Marcos y un vestido nuevo para su mamá Elisa, por favor es un secreto entre
nosotras y tú. Mi alma se recobraba y volvía a caer, mis ojos secaban y volvían
a humedecer; osado respondí. Jojojojojojo, Hooola mis lindas doncellitas,
reciban mi bendición y aceptaré vuestro pedido y considérenlo secreto. Aquel
pedido de aquellas dos niñas de 12 años, realzó mi ánimo y continué leyendo.
Por mi mente cruzó responder a todos los niños que escribían en habla
hispana y en otros idiomas utilizando el traductor. El valor se apoderó de mí,
once horas tenía leyendo peticiones y respondiendo mensajes.
Niños y adultos de toda la América, Europa, Asia, África
y lugares remotos. Fascinado quedé al hallar personas conocidas y entre ellas
la poetisa Claudia Beatriz, su petición consistía en reunir a tiempo para hacer
un viaje a Paris al cumplir sus cincuenta años en los días de enero. Igual di
respuesta, le hice saber que estaba de asistente preventivo de papá Noel, ya
que en cada mensaje debía dejar mi correo y la dirección de mi página de
poemas, para poder ser aceptada la petición.
Las horas irrumpieron sin darme cuenta, las tres de la
madrugada y estaba despabilado; Helena apareció y sentándose a mi lado susurró
con amabilidad, vamos acostarnos, oramos a Dios para que los niños del mundo
tengan consuelo. Así lo hicimos, di por finalizado mi atrevimiento, la
compresión de mi compañera proveyó mucha paz. Oramos, quedándonos dormidos de
inmediato.
Desperté despejando el alba sus nimbos, encendí mi
ordenador, al activar la mensajería sorpresa para mí, tenía numerosos correos
de peticiones y muchos saludos desde el portal de papá Noel. Inmediato llamé a
mi esposa, mostré los mensajes, mirando mis ojos respondió: - Ahora debes
discernir, saber responder y sobrellevar este cometido que se ha gestado por
alguna razón entre los dueños de ese portal y tú.

Tomé aquello tan
real y formal que mi sentimiento sentía loado, invadiendo mi esencia para mis
semejantes, reavivando la navidad de mil formas y sentí que debía hacer mi
contribución. Creció mi ilusión; poder escribir a niños de cualquier lugar, con
anterioridad no sabía cómo hacerlo y por qué no para muchos adultos.
La espera había tocado mi umbral de esperanza, siempre anhelé ser al menos el
asistente de Papá Noel, pensaban en los niños del mundo como mis hijos que
deseaban mantener viva la navidad. Rondé el bellísimo paisaje repleto
de nieve y lagos gélidos, pronto llegó insondable el sentir del anciano más
querido por los chicos y grandes del orbe. Di respuestas a las cartas. Extendí
un mensaje a los adultos, propiciaba la emoción. Si eres un niño de corazón y
crees en el milagro de la navidad, jamás dejes de vivirlo, seguramente te
emocionará sirviendo con amor aunque fuese en sueños; la navidad es momento de
lazos y júbilo.
Llegaron los días
decembrinos, entre responder saludos y cumplidos, muchos sentían el entusiasmo
de escribir, adultos de américa del sur se habían sumado a los petitorios,
sensatos cifraban sus cartas. Mi amiga poetiza respondió estar encantada que
fuese el asistente de papá Noel, sabía que su dicha la colmaba de alegría.
Extraordinaria y maravillosa la ilusión y esperanza que los chicos tienen hacia
San Nicolás, Santa Claus o Papá Noel.
Providente había
llegado la forma para los niños de comunicarse con el señor de los obsequios y
poder imaginar con generosidad sentir las visiones realizadas con las
esperanzas de compartir con noble sentimiento y placidez para un mundo mejor.
Amigos que no
imaginaba donde estaban, ni forma de saber de ellos escribieron a través de mi
portal. Júbilo y satisfacción sentí por aquella navidad, mis hijos enterados de
lo que sucedía escribieron sus cartas y la satisfacción colmó mi paz.
Llegó el día de la
cena navideña, sólo mi compañera, un cuñado acompañante iniciamos la cena de
nochebuena, éramos los únicos, mis hijos desde otras ciudades pidieron sus bendiciones
por teléfono. Oramos por la paz de la humanidad y por el regocijo de los niños
del mundo y felices pascuas y venturoso fin de año. Desde el balcón vislumbrar
los fuegos artificiales multi colores esparcidos por el cielo de la ciudad, un
vecino taiwanés desde su terraza proyectaba el cielo de luz, yo lanzaba mis
bombeadores como chiquillo.
La mañana del
veintiséis abrí el buzón para leer los correos, tenía miles de mensajes de
gratitudes, niños y adultos agradecidos por los mensajes navideños y a los que
había respondido, todos felices por los obsequios recibidos. Busqué el de
Manuel, el de las gemelas y otros llamativos que habían estremecido mi
inquietud. Encontré el de Amelia y Andrea, la respuesta determinaba
felicidad en ellas, su padre había dado empleo al señor Marcos y obsequios de
navidad llegaron aquel hogar humilde que ellas conocían. Gracias Papá Noel, has
hecho milagros, felices pascuas, te amamos con el corazón.
Imaginaba sus
rostros llenos de angelical ternura y de gozo, la felicidad que había llegado a
sus corazones con tan majestuosa respuesta de amor y gratitud.
La tarde del
veintiséis al leer un majestuoso correo donde un ser místico y jovial envió un
escrito de simpatía y paz, aquel correo no venía de la casa de Papá Noel,
consideré gracioso dijera en su membrete, desde el polo norte. Estimado amigo
gracias por haber tenido la iniciativa mágica y piadosa al responder a muchos
niños en el mundo y en sus respectivos idiomas, sé y siento que siendo decidido
al hacerlo, orientó toda su ánimo sin pensar en travesear con los sentimientos
de tantas almas, de mi parte os doy mis bendiciones y desde este momento
seguiremos siendo dos amigos entre los sueños y las fantasías, y aunque el
mundo tenga cambios, siempre habrá corazones llenos de amor y correspondencia
en la sencillez del espíritu.
En adelante sin
ser una imposición para preocupación, os pido puedas todos los años poder
seguir realizando la asistencia de quien suscribe esta carta de amor y ventura.
La inspiración es sabiduría que llega por añadidura a todos los hombres que
aman a Dios por su buena voluntad. Atentamente, Tu amigo Papá Noel.

En
total humedad de mis ojos, lágrimas bajando por mis mejillas, apenas podía leer
y releer aquella carta y gozo hubo en mi alma, entre lo que pensaba llegó la
imagen del pequeño Manuel, sentía inquietud. Mientras observaba hermosos rayos
y fulgores del ocaso, encantador crepúsculo; llegó respuesta de mi amigo
humilde. Papá Noel estoy muy agradecido con tus bendiciones, tuvimos una cena
de navidad muy linda, gracias a ti por tu bendición pude tener buenos ahorros,
mi tío Jacinto desde principio de diciembre no ha tomado más licor, ya no
venderé más periódicos, el dueño de la empresa me ha dado un trabajo por las
tardes; sabes Papá Noel al despertarme a la mañana del veinticinco, lloré de
alegría cuando vi el violín que tanto quería, yo sabía que tú harías muchos
milagros en estas navidades, sé que muchos niños en el mundo están felices;
quiero seamos amigos, y desde mi humilde hogar saludos a tu compañera que sé
que te ama, porque tu amas a todos los seres del mundo, te quiero mucho,
siempre creeré en ti,
Manuel Vicencio. Feliz Navidad.
Laab Akaakad
Este cuento concursó en el año 2015 en la Universidad de Finlandia, departamento de literatura y lo descalificaron por considerarlo demasiado fantástico, desestimando que es de navidad y basado en una historia real. Tres miembros jueces del concurso pidieron que todo el concurso fuese dado por desierto y ese año no hubo premio a quien otorgar. Cumplo con informar este hecho para dar por sentado que no se le da estimulo a quien se lo merece y se quebranta el principio del merito y la ética. Pero esa actitud anti literaria de quienes actuan así me hizo tener más ganas de seguir escribiendo. Es mismo año fui nominado al premio Nobel de Literatura.
Gracias